Traducción de Beatriz Cannabrava
En 2005, tuve el honor y el placer de entrevistar la médica Fátima Oliveira (1953-2017). Hice su perfil para el Proyecto Mil Mujeres por la Paz. Fue publicado en el libro Brasileiras Guerreiras da Paz. Fátima Oliveira de los 1000 quehaceres reservó un tiempito para mostrarme Pampulha en Belo Horizonte: No se puede venir a Belô y no conocer a Pampulha, me dijo. También me llevó al Mercado Municipal y me orientó en la compra de un frasco de ají. Fátima se fue precozmente el 5 de noviembre de 2017. Dejó 1000 legados: para la salud de la población negra, para el feminismo, para el pensamiento de izquierda, para la investigación médica y también para la literatura. Siempre ligada, era activa en el Twitter y mantenía un blog Tá lubrinando – escritos da Chapada do Arapari. Lea a seguir:
Municipio de Graça Aranha, Maranhão, 1961. La niña de 8 años observa una escena casi diaria y, sin embargo, siempre angustiante. De la ventana, asiste a la procesión a camino del cementerio. El cajoncito azul es el abre-alas de los adultos con sombrillas bajo el sol inclemente. La abuela de la niña intenta confortarla: Es entierro de un angelito. Va derecho al cielo. La niña no contiene el llanto, está asustada con tantas muertes. En esa misma semana, la madre de una colega murió. De parto.
Quizás obedeciendo a la lógica de “de aquello resultó esto”, la niña creció y se volvió médica para luchar contra muertes evitables de niños y gestantes. La doctora Fátima Oliveira nació en la entonces diminuta Graça Aranha, en 1953. Hija de madre negra y padre blanco, me cuenta que asumió la negritud durante el curso de Medicina. A pesar de estar en Maranhão, éramos 3 negros en una promoción de 60 alumnos.
Hasta volverse defensora de los derechos de la mujer, de la salud y la igualdad racial, anduvo por muchas veredas. Su primero trabajo social ocurrió todavía en la adolescencia. Integró la Juventud Obrera Católica – JOC, militando en la Pastoral de la Mujer Marginalizada. Nosotras trabajábamos con las prostitutas, marcando consultas médicas, arreglando escuela para sus hijos, recogiendo alimentos y ropas. Intentábamos dirimir el prejuicio contra ellas.
Entonces llegó 1975 – el Año Internacional de la Mujer e inaugurador de la Década de los Derechos de la Mujer. Como parte de las conmemoraciones, fue erigido el busto Maria Firmina dos Reis (1825-1917) en la plaza central de la capital São Luís. Maria Firmina fue la primera novelista negra del país. En aquel día Fátima tuvo un insight.
Percibió que su vida sería una junción entre la ciencia, el feminismo y la lucha antirracista.
Para dar cuenta de la triple elección, siempre trabajó con gordo apetito. Cuando vivió en Belo Horizonte, hacia guardia en el Hospital de Clínicas de la Universidad Federal de Minas Gerais: Adoro mi profesión. Participó de congresos, simposios, encuentros en Brasil y el exterior. Aprovecho todas las oportunidades.
También mantuvo una columna semanal en el diario O Tempo. Fátima nunca temió cuestiones polémicas acerca de las mujeres, el medio ambiente, la política nacional. Disparo e-mails para medio mundo.
En 2002, Fátima fue elegida secretaria ejecutiva de la Red Feminista de Salud. La primera negra en el cargo. Es claro que ya tenía reconocimiento dentro de la ciencia, los movimientos negros y de mujeres. Había participado del Grupo de Trabajo para la elaboración del Programa de Anemia Falciforme del Ministerio de la Salud.
El asunto es de gran relevancia para la población negra, pues los negros tienen mayor predisposición genética para ese tipo de anemia. Del trabajo del Grupo resultó la obligatoriedad de verificar la incidencia de la enfermedad en todos los recién-nacidos y agilizar su tratamiento.
El Brasil de la profunda desigualdad racial nunca tuvo políticas públicas de salud con especificidad étnico-racial. Llenar esa brecha es una de las luchas del movimiento negro, y Fátima Oliveira es un nombre obligatorio en esta.
Al instruir alumnos residentes en el Hospital de Clínicas, ella alerta: Toda vez que un negro entre aquí, ustedes deben medir la presión. La información tiene sus razones: presión alta es común entre las personas negras y ese dato raramente es estudiado en las facultades de Medicina.
Ella también extiende los dedos en el teclado de la computadora. Fátima es autora de varios títulos en las áreas de bioética, bioseguridad, transgénicos. El primero es un tema caro para ella. Yo encaro la bioética como un campo de los Derechos Humanos. Es una oportunidad de popularizar los descubrimientos científicos y humanizar la atención médica. Ya se fue el tiempo en que los médicos hablaban y los pacientes no preguntaban nada.
En 2005, se permitió una osadía más. Publicó la novela A Hora do Angelus. Para no perder la costumbre, el enredo da alfilerazos hondos en la Iglesia Católica, contraria a varios de los derechos reproductivos y sexuales defendidos por Fátima. Entre esos, el derecho al aborto seguro.
En medio de su frenética actividad, todavía consigue tiempo para convivir con sus cinco hijos y con los nietos. Adoro la casa llena. Vengo de una familia que no cuida de perro ni de gato. Cuida de gente. Quizás por eso, sea capaz de leer y escribir al mismo tiempo que un hijo escucha música, otra hija cuenta una historia y los nietos la llaman para jugar.
Así es la ciudadana de Graça Aranha. Alguien a quien le gusta decir: Tuve los amantes, los amigos y los hijos que quise. Si Fátima Oliveira tuviese que elegir un único slogan entre todos, probablemente sería: Salve la Vida.
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